IBAGUÉ. En un fallo de segunda instancia la Sala Penal del Tribunal Superior de Ibagué confirmó la condena de 50 años de prisión a Pedro Andrés Laserna Mendieta por el secuestro y muerte de los gemelos Diego Alejandro y Juan Sebastián Tabares Reyes, ocurridos el 31 de agosto de 2011, en zona rural de Anzoátegui, norte del Tolima.
La decisión con ponencia del magistrado Alirio Sedano fue escuchada ayer por el condenado y su abogado de confianza que apeló la condena emitida el 8 de octubre de 2013 por el Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado.
Hechos. El 31 de agosto de 2011 los gemelos Diego Alejando y Juan Sebastián Tabares Reyes fueron vistos por última vez con vida, cuando salieron a un entrenamiento de fútbol.
Durante el juicio declararon dos testigos que observaron a Laserna Mendieta en compañía de los gemelos.
Esa noche la progenitora recibió llamadas de su ex compañero sentimental, quien le dijo que el guerrillero del ELN, ‘Mauricio Morales’, tenía a los niños, le pidió 10 millones de pesos para su liberación y que le iba a ayudar.
Durante varios días el sacerdote del pueblo colaboró para lograr la liberación, pero fue infructuosa su gestión.
Luego, el hoy condenado se entregó en la Estación de Policía de Santa Isabel, donde fue detenido por el Gaula de la Policía.
Y cinco días después del rapto, los niños fueron hallados con heridas de arma blanca, en estado de descomposición, cerca a una quebrada de la vereda El Placer, zona rural de Anzoátegui.
Así pensó la Sala. Según los togados y con base en la apelación del defensor de Laserna Medieta, a diferencia de la argumentación del abogado, para la Sala sí existieron negociaciones entre el condenado, la madre de los pequeños y el sacerdote para liberarlos.
Además que el motivo para asesinar a los chiquillos quedó claro y fue que Mariela Tabares, progenitora de los occisos, decidiera terminar su relación sentimental con el procesado. Y la amenaza que hizo Laserna Menedieta ese mismo 31 de agosto en la mañana, cuando fue sacado de la casa de su compañera sentimental, al decirle que, “le iba dar donde más le dolía”, en el caso de una madre, a sus hijos.